(30-08-2018, 16:04 PM)Veleta escribió: Que bonito me apunto
Número 10
ALEGRIA
La alegría compartida es doble alegría. El dolor compartido es medio dolor. Tiedge
Cuando éramos niños, ¿quién de nosotros no corrió a contar a papá y mamá que había ganado una medalla? y ¿quién no guarda como un tesoro esa noticia dichosa que arde en deseos de compartir al llegar a casa? Sin duda, alegrías que nos hacen felices y que, al compartirlas con nuestros seres queridos, las vemos insólitamente multiplicadas. Cuando la alegría nos llena exclamamos: ¡Soy feliz! ¡Desearía tanto que todos fuesen felices! ¡Que todos mis amigos lo sepan! Pero en el otro platillo de la balanza, ¿qué sucede con el dolor?, ¿quién no ha sentido alivio al compartir su duelo? Sabemos que expresar los sentimientos de las múltiples pérdidas que acompañan nuestra vida, alivia el dolor y cicatriza las heridas del alma. ¿Por qué lloras? ¡Cuéntame! Compartir el dolor no significa quejarse. Conviene saber que, mientras el hecho del desahogo descontrae tensiones y disuelve la crispación interna, la queja, por el contrario, debilita al que la ejerce y hace descender el nivel inmunológico del sistema. La queja conlleva una actitud de dependencia y victimismo que, si se practica y no se corrige, corre el riesgo de hacerse crónica. En realidad, la queja encubre devaluación y negación de la propia capacidad para resolver los problemas. La queja solicita, sutil y manipuladoramente, un apoyo ajeno basado en la pena y en la dependencia. Todo un virus mental que además de no resolver nada, debilita el cuerpo y el alma. Compartir el dolor con sinceridad y sin asomo de queja supone responsabilizarnos de nuestra vida y afirmarnos en la superación de los problemas. Expresar el dolor es hacer aflorar la vulnerabilidad y la consiguiente grandeza que nuestra humanidad conlleva. Compartir los momentos oscuros supone enfrentar realidades internas que, en otro momento, nos habrían parecido poco “comerciales” para nuestra imagen en venta. El “desahogo” nada pide, tan sólo solicita atención y escucha para poder convertir en palabras los oscuros sentimientos de confusión y congoja. Uno sabe que conforme más capaz se es de nombrar el dolor, más control se tiene sobre la raíz de las propias penas. Es por ello que conforme se comparte dicho sentimiento se retoma la perspectiva y se ordenan las ideas en nuestra cabeza. De nuevo, recuperamos la distancia del espectador pleno de desapego y calma. El verdadero crecimiento supone superar el narcisismo que nos convierte en el centro dramático de nuestras vidas. El ser humano es tan sociable por naturaleza que cuanto mayor sea el nivel de comunicación, mejor será el aprendizaje y el desarrollo de sus facultades plenas. En realidad, el Universo es un conjunto de relaciones entre átomos, planetas, estrellas y personas. Una danza de infinitas partículas que tejen la gran malla de la Realidad que como red holográfica, vibra en el gran juego de las interdependencias. Cuando uno se siente feliz, puede optar por ofrecer al Cielo su propia dicha permitiendo que los campos de energía se expandan por el Planeta. Tal vez, se nos ocurra pensar que nuestra oleada de paz está llegando allí donde alguien asolado pueda recibir una suave caricia en su cara. ¿Acaso hay mayor satisfacción que regalar nuestra alegría de manera anónima? Y por el contrario, cuando uno siente el dolor nacido por la propia sacudida del alma, puede levantar la mirada al Universo y optar por respirar durante unos minutos. Respirar profundamente mientras todas las estrellas son conscientes de que el dolor que llegó... ya pasa.
(30-08-2018, 16:06 PM)lamore escribió: Hola me apunto, el 97
LIBERTAD
La esclavitud es la identificación del que ve con los instrumentos de la visión. Patanjali.
Si usted puede ver como flotan y evolucionan las nubes del cielo, se debe a que usted no es precisamente tales nubes, sino el Testigo que las contempla. Entonces, ¿quién es usted? Si usted es capaz de darse cuenta de las sensaciones de su cuerpo, se debe a que usted no es dichas sensaciones, sino el Testigo que las percibe y contempla. Entonces, ¿quién es usted? Si usted es capaz de observar los sentimientos y pensamientos que aparecen en su mente se debe a que usted no es tales sentimientos, sino el Testigo que los contempla. Entonces, ¿quién es usted? El ojo no se ve a sí mismo y todo aquello que uno pueda “ver”, no será sujeto, sino objeto. El veedor no es lo visto. Sin embargo, puede decirse que en la vida cotidiana vivimos identificados con nuestro cuerpo y nuestra mente. El problema que al parecer nos sucede es que el sujeto que ve, es decir lo que sentimos como identidad Yo, se cree ser los pensamientos. Es decir, que la propia identidad sujeto por excelencia es, de pronto, confundida con el objeto visto, aunque éste sea tan sutil como son los sentimientos más íntimos. Sabemos que cuando somos parte de una querella perdemos la ecuanimidad. De la misma forma sabemos que cuando confundimos al Yo con la mente pensante se termina por sufrir los mismos vaivenes que los de los propios pensamientos. Dé un paso atrás y experimente una interesante situación. Trate de imaginar que sus ojos internos están situados en la nuca. Desde este punto, ¿sería capaz de ver a sus ojos físicos mirar lo de fuera? Dé un paso hacia el Testigo capaz de observar a sus globos oculares por detrás, y descanse en Él. La mirada y el pensamiento y todo lo que sea usted capaz de ver, no es usted, sino lo que tiene usted. Cuando, por ejemplo, decimos “mi mano”, ¿por qué decimos “mi” mano?, ¿acaso porque inconscientemente sabemos que no somos en realidad la mano, sino que tenemos una mano?. Tanto “mi” pierna, “mis” sentimientos, “mi” mente, “mi...” son objetos del Yo, no son el Yo. Al liberarse de la identificación con los objetos de nuestra visión, experimentaremos libertad y desapego. Al darse cuenta de que usted no es sus deseos, ni su cólera, ni sus inquietudes... porque todo eso puede “verse”, usted sentirá una Libertad de sabor neutral. Pero, ¿qué significa ser neutral?, ¿acaso significa no tener especiales intereses personales en el objeto que se dirime?, ¿acaso no es sentir des-implicación?, ¿cuál es el porqué de esa des-implicación?, ¿es porque, acaso al estar des-identificado, no se está afectado? El objetivo, tanto del yogui liberado como del lama iluminado, o bien el del sacerdote redimido y de tantos otros buscadores de libertad esencial, consiste, primero, en diferenciar y, posteriormente, en integrar. Tras comenzar diferenciando, se finaliza la búsqueda en el momento en que lo de dentro y lo de fuera dejan de ser dos. Cuando sujeto y objeto son no-dos, cuando el observador y lo observado se tornan un Solo Sabor, sucede que, entonces, se ha trascendido la mente racional y dualista del Yo-Tú y se existe tan sólo como contemplación supraconsciente. Entonces, simplemente todo ES. Cada mañana al despertar y antes de pisar el suelo del mundo, observe como comienza a tener las primeras sensaciones, los primeros sentimientos y pensamientos... es decir, objetos en su consciencia. En ese preciso instante, es cuando resulta muy fácil preguntarse, ¿quién soy? y seguidamente, no “pillarse” con lo visto, sino más bien permanecer lúcidamente instalado en el Espectador.
(30-08-2018, 16:08 PM)KITTY escribió: me apunto eligo el numero 1
ABUNDANCIA
Nunca se da tanto como cuando se da seguridad y confianza. Anatole France.
La mente humana suele tender a anticipar desgracias. Y sucede que cuando sufrimos antes de lo necesario, sufrimos más de lo necesario. Las estadísticas afirman que el noventa por ciento de nuestros sufrimientos los causan cosas anticipatorias que no han sucedido ni van a suceder. Si uno observa su mente, comprobará que funciona de manera fugaz e inquieta. Se mueve yendo y viniendo entre el pasado y el futuro y discurre rápida entre los polos de la antelación y la memoria. Pero tal función no tiene por qué conllevar la anticipación sufridora que, a menudo, tortura a muchas personas. La mente cuida de nuestro cuerpo, revisando velozmente registros pasados, a la vez que los proyecta en sucesos por venir. Una función que, aunque nos protege de peligros y previene riesgos, puede generar pensamientos infundados acerca de desgracias venideras. No tenemos más que el presente. El estado de pre-ocupación es estéril, ya que lo apropiado es ocuparse, no pre-ocuparse que es lo mismo que ocuparse antes de tiempo. Recordemos que somos más felices y eficaces creando soluciones que dando vueltas en torno a los problemas. Entretanto, ¿qué mejor que abrir el corazón a la esperanza?. Una mente que procesa el problema, que se acerca una y otra vez a éste y no crea soluciones, es una mente incompetente e incompleta. Una mente sana observa el problema y, rápidamente, lo suelta para reorientarse de inmediato hacia el vislumbre de las soluciones que correspondan. El miedo y la tensión, tan sólo cumplen su verdadera misión cuando movilizan la inteligencia hacia la acción que convenga. Mantengamos la atención para no “engancharnos” al problema, ya que una vez “visto” éste, donde realmente tenemos que poner nuestra visión es en las soluciones certeras. No miremos tanto al veneno como al antídoto. Y, si al principio éste no se ve, tal ausencia no quiere decir nada. Por el mero hecho de “mirar” dicho espacio, los remedios y soluciones aparecerán progresivamente en la consciencia. Aquello en lo que uno enfoca su atención tiende a crecer, se trate de solución o se trate de problema. Cuando se quiere ayudar a una persona cuya mente se siente amenazada por problemas venideros, lo mejor que puede hacerse es ayudar a dicha mente a que se torne clara y confiada. De esta forma, estará más capacitada para enfrentar las pruebas que se avecinen con ecuanimidad y eficacia. Entonces, ¿qué mejor apuesta que fomentar los recursos del ahora? Sin duda, el sentimiento de confianza es la mejor opción de nuestra mente y es el gran rasgo de la inteligencia del alma. La confianza es complicidad y comunión con una sintonía más amplia. La confianza es sintonía con ese Poder tan grande que mueve los átomos y las galaxias. Vivir en la confianza es sentir que, llegado el momento de las encrucijadas, uno sabrá hallar las claves y decidirá lo que entonces haga más falta. La confianza es saber que el tiempo va a favor y que, cada día, nuestra mente es más competente y sabia. Y de la misma forma que el Universo se expande a velocidades infinitas, nosotros también nos abrimos a lo que, en realidad, somos: Observadores del gran regalo de la consciencia. Recordemos que al final, todo se arregla, y que, en realidad, nunca pasa nada. Además, si uno reflexiona, termina por reconocer que el dolor y las pérdidas pasadas abrieron nuevas avenidas internas por las que se expandió la consciencia. El dolor que tuvimos que soportar, acompañado de pérdidas, vació nuestro ego y “pinchó” ilusiones que nos esclavizaban. Más tarde, cuando las burbujas se desvanecen, sentimos mayor ligereza y vibramos en la sintonía del alma.