Tema cerrado

El viaje sin fronteras
#1

" Aquella noche llegué a casa prácticamente agotado, la actividad del día había sido intensa y sólo deseaba acostarme para recuperar la energía que me haría falta para afrontar el trabajo del día siguiente. Como suele suceder en estos casos, uno se siente tan cansado que le es difícil conciliar el sueño, pero, después de dar varias vueltas en la cama, comencé a relajarme. Era consciente de cómo los pensamientos se sucedían unos a otros mientras mi cuerpo se relajaba más y más hasta sentirme totalmente paralizado. En ese momento, sentí como si algo diera un fuerte tirón de mí. La fuerza era tal que me hizo dar tres volteretas en el aire y, al momento, me encontré suspendido en el centro de mi habitación.
La sensación era extraña pues yo tenía la certeza de que mi cuerpo se hallaba reposando en la cama y, entonces, me dije; "esto debe ser lo que se siente en una salida astral". No me atreví a "girar la cabeza" para verme a mi mismo, pero sí pude ver la hora en el display del reloj despertador: 03:05 am. Quise investigar acerca de la experiencia, saber hasta dónde podía llegar. Me acerqué hacia la puerta e hice ademán de girar el pomo y, entonces, pensé "si estoy en el astral, no necesito abrir la puerta, puedo atravesarla" y, casi sin acabar ese pensamiento, pasé a través de ella sintiendo que atravesaba una fina cortina de agua.
Ya en el pasillo, decidí avanzar hacia el salón y, nuevamente, comprobé que el "decidir ir" y el "llegar" ocurrían al mismo tiempo. Observé durante un momento la disposición de los muebles, las lámparas, las cortinas.., y, haciendo algún tipo de exclamación mental, comprobé que las plantas de la terraza parecían estar hechas de material fosforescente. Me pregunté hacia dónde podría ir. Sabía que no tenía límites para dirigirme hacia donde quisiera, pero esa desconocida sensación de libertad se mezcló con otra que sí me era familiar; el miedo, y, abriendo súbitamente los ojos, me encontré de nuevo inmóvil en mi cuerpo."
 
Relatos similares a éste son los que narran las personas que han sido protagonistas de lo que se conoce como una experiencia extracorpórea (EEC) o viaje astral. Es un suceso corriente ya que todos lo realizamos mientras dormimos. Lo que sí es menos corriente es ser consciente de ello y, aún así, son muchas las personas que, bien voluntaria o involuntariamente han vivido tal experiencia. La existencia de un doble sutil del cuerpo físico que vitaliza a éste y es capaz de desenvolverse fuera de él es un hecho del que encontramos referencias en las más diversas culturas de la antigüedad. El "Ka" egipcio, el "Thand" taoista, el "Bardo" tibetano, el "Eidon" griego, el "Talasch" escocés.., son sinónimos de lo que actualmente conocemos en occidente como "cuerpo astral". El cuerpo astral es un fluído energético que rodea al cuerpo físico interpenetrando todas las células de nuestro organismo y está subdividido en siete capas, de las cuales las cuatro primeras se encargan de regular los diferentes sistemas funcionales del cuerpo, mientras las tres restantes están relacionadas con los procesos mentales, la personalidad externa y la conciencia.
Cuando tiene lugar el desdoblamiento, las tres últimas capas y una porción de las cuatro primeras se desprenden del cuerpo físico. El resto de las cuatro primeras permanecerán en él para mantener las constantes vitales. Durante su periplo, el astral separado se percibe adoptando la forma del cuerpo físico y se conecta a él mediante un cordón energético (denominado "cordón de plata") que es una prolongación de todo el cuerpo astral. La conexión con el cuerpo físico se realiza por el centro de la bóveda craneana en un punto intermedio entre la glándula pituitaria y la glándula pineal. El grosor de este cordón varía según sea la separación entre el astral y el físico y, aunque en muchas ocasiones no se le presta atención, muchos "viajeros" coinciden en que su diámetro es de unos 5 ó 7 centímetros cuando no se hallan separados más de tres metros de sus cuerpos físicos...
#2

                                                      - EL VIAJE CONSCIENTE -

En ciertas ocasiones se es consciente de la salida astral, especialmente en casos de enfermedad o como en el anterior relato, de agotamiento físico, e incluso en estado de vigilia. En determinadas situaciones límite, como en aquellos instantes que preceden a un accidente, puede producirse un desdoblamiento con el fin de recargarse el astral de la energía psíquica necesaria para afrontar tal situación y tomar plena consciencia de la experiencia por la que estamos pasando. Al fin y al cabo, todas nuestras experiencias, ya sean agradables o desagradables están ahí para aportarnos datos acerca de nosotros mismos y de nuestra evolución. Sin embargo, el viaje consciente y voluntario es más fácil que se produzca cuando se goza de buena salud y se efectúa en un entorno armónico. Las técnicas para realizarlo son sencillas y no difieren mucho de las empleadas cuando se desea hacer un ejercicio de relajación:
Se debe elegir un lugar cómodo donde poder tumbarse, sin ropas que opriman, y un momento en el que nadie pueda molestarnos. El momento antes de dormir o el de despertarse son los más propicios ya que el cuerpo se encuentra totalmente relajado y el consciente sigue aun operando. En ese momento puede uno visualizarse como flotando en el mar o siendo una burbuja transparente movida por la brisa mientras se disfruta de ese estado de somnolencia y de una respiración relajada. Cada cual ha de encontrar aquella imagen mental que más le sugiera relajación y sensación de ingravidez, pero es importante no obsesionarse con la idea de querer salir del cuerpo intento tras intento y noche tras noche, ya que, por contra, puede desembocar en estados de ansiedad o insomnio. La actitud que ha de tomarse, más que la de "intentar" realizar un viaje astral, es la de " permitir que suceda". Además, como en todo viaje, ha de tenerse muy claro cuál es el propósito y dónde queremos dirigirnos una vez se haya realizado el "despegue". En el plano astral, como en cualquiera de los otros, funciona la ley de sintonía y dependiendo de nuestra actitud y de la preparación que hayamos realizado antes del viaje podremos ir a aquellos lugares o encontrarnos con aquellos seres cuya vibración energética es compatible con la nuestra en ese momento. Es curioso observar cómo las mismas limitaciones mentales que tenemos mientras nos desenvolvemos en el plano físico se ponen de manifiesto cuando uno se mueve por este otro plano. Así, si pensamos que una pared supone un obstáculo, nos será imposible atravesarla; si creemos que no podremos volar a la cima de aquella montaña nos tendremos que contentar con caminar en el valle.
Otro factor importante que puede condicionar nuestro viaje es el miedo. Las situaciones vividas toman matices diferentes, las referencias espacio-temporales a las que estamos acostumbrados se pierden y se tarda en asimilar el nuevo estado de ingravidez. Se tiene la sensación de ser totalmente permeable a las energías que se encuentran a nuestro paso y ese sentimiento de vulnerabilidad puede causar cierto temor. Si, por el contrario, se tiene el convencimiento de que es uno quien lleva las "riendas" de la experiencia y sabe cuál es el objetivo de ese viaje, no habrá nada que temer...
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