El caso de Will Smith es uno de muchos y ha suscitado un montón de opiniones dispersas sobre los límites del humor y la sensibilidad de aquellos que se sienten ofendidos por chistes que, a ojos de otros, en realidad no parecen graves.
Sin embargo, este tipo de temas nos retrotraen a lo que pasó, por ejemplo, con el semanario satírico Charlie Hebdo (7 enero 2015), en donde un grupo de personas pertenecientes a Al-Qaeda dispararon en contra de personas que estaban en las instalaciones del semanario. Esto, en respuesta a unas caricaturas que habían hecho de Mahoma.
Lo cierto es que, cuando hablamos de violencia y humor, es sumamente difícil definir cuál es el límite. Porque lo que para ti es un chiste, para otro es algo muchísimo más serio e incluso violento. Lo que puede acarrear consecuencias inesperadas.
La ignorancia nos puede llevar, por ejemplo, a presuponer que la gente que se enfada u ofende con ciertas bromas son unos amargados o no tienen la inteligencia suficiente para ser más felices y pasar del tema o chiste en cuestión. Lo que, en cierta forma, empeora el estado del afectado que, además de sentirse ofendido, debe aceptar las críticas de personas que en absoluto están experimentando lo mismo y que, paradójicamente, no tienen la inteligencia necesaria para empatizar de forma emocional.
Entonces, ¿Puede ser un chiste tan violento como un puñetazo? ¿Son las agresiones físicas el parámetro para medir la violencia? ¿Te puedo tratar verbalmente fatal y eso será menos violento que si te doy una paliza?
En la tabla que comparto y que descubrí en Twitter, se establecen niveles de violencia. Sin embargo, a mi parecer hay un sesgo importante en ella. Considera lo físico como el nivel que aumenta la violencia. Minimizando los efectos emocionales. Cuando, en realidad, este último factor debería ser tan relevante como el componente físico porque forma parte indisoluble de una persona.
Esta puede ser, también, la causa por la que algunas personas piensan que ofenderse, cabrearse o agredir a otros por un chistecito de nada es un acto exagerado. Estas personas luego ridiculizan a las ofendidas, exponiendo así su propio sesgo que se reproduce también en la tabla que he compartido.
¿Puede ser un chiste tan violento como un puñetazo? ¿Las mujeres y hombres que se tratan a insultos son menos violentos que los que se dan palizas? ¿Deberíamos dar más protagonismo a lo emocional en la tabla del violentómetro?
Sin embargo, este tipo de temas nos retrotraen a lo que pasó, por ejemplo, con el semanario satírico Charlie Hebdo (7 enero 2015), en donde un grupo de personas pertenecientes a Al-Qaeda dispararon en contra de personas que estaban en las instalaciones del semanario. Esto, en respuesta a unas caricaturas que habían hecho de Mahoma.
Lo cierto es que, cuando hablamos de violencia y humor, es sumamente difícil definir cuál es el límite. Porque lo que para ti es un chiste, para otro es algo muchísimo más serio e incluso violento. Lo que puede acarrear consecuencias inesperadas.
La ignorancia nos puede llevar, por ejemplo, a presuponer que la gente que se enfada u ofende con ciertas bromas son unos amargados o no tienen la inteligencia suficiente para ser más felices y pasar del tema o chiste en cuestión. Lo que, en cierta forma, empeora el estado del afectado que, además de sentirse ofendido, debe aceptar las críticas de personas que en absoluto están experimentando lo mismo y que, paradójicamente, no tienen la inteligencia necesaria para empatizar de forma emocional.
Entonces, ¿Puede ser un chiste tan violento como un puñetazo? ¿Son las agresiones físicas el parámetro para medir la violencia? ¿Te puedo tratar verbalmente fatal y eso será menos violento que si te doy una paliza?
En la tabla que comparto y que descubrí en Twitter, se establecen niveles de violencia. Sin embargo, a mi parecer hay un sesgo importante en ella. Considera lo físico como el nivel que aumenta la violencia. Minimizando los efectos emocionales. Cuando, en realidad, este último factor debería ser tan relevante como el componente físico porque forma parte indisoluble de una persona.
Esta puede ser, también, la causa por la que algunas personas piensan que ofenderse, cabrearse o agredir a otros por un chistecito de nada es un acto exagerado. Estas personas luego ridiculizan a las ofendidas, exponiendo así su propio sesgo que se reproduce también en la tabla que he compartido.
¿Puede ser un chiste tan violento como un puñetazo? ¿Las mujeres y hombres que se tratan a insultos son menos violentos que los que se dan palizas? ¿Deberíamos dar más protagonismo a lo emocional en la tabla del violentómetro?
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