- Una vez que repartí las cartas, el juego comenzó; entonces dejé el "trabajo" de crupier y pasé a ser un jugador más...
- EL LABERINTO, segunda parte - JUGANDO A GANAR -
Tenía una buena estrategia en la mente y estaba dispuesto a ponerla sobre la mesa. Mi primera acción era doblegar a ese personaje que me miraba "por encima del hombro".., enseguida me di cuenta que la cosa no iba a resultar fácil. Esos tres jugadores no dejaban de mirarme.., eran capaces de saber qué cartas tenía yo y encima conocían mi estrategia.., creo que sabían hasta el número que calzaba. Juego tras juego mis fichas iban a menos y, mis intentos por hacer "morder el polvo" al de la mirada "penetrante" fracasaban uno detrás del otro. De repente las fichas se acabaron y.., la partida se acabó...
¿Será posible?.., ¡¡ he perdido; pero, ¿de quién ha sido la idea de que todos sepan que cartas tienen?.., una cosa es que yo sepa que cartas tienen los demás.., así no se puede ganar. Decidí largarme de allí.., la verdad es que perder no resulta para nada agradable. Descubrí unas escaleras que se adentraban en el suelo y.., por ellas descendí. De repente me pareció estar en el centro del planeta. Todo eran estrechas y claustrofóbicas galerías y pasadizos iluminados por antorchas. Esta iluminación producía toda suerte de extrañas y fantasmagóricas sombras que provocaban que mis pies no quisieran dar ni un paso más. Además cualquier ruido era amplificado por aquellas angostas galerías.., de repente mis pies estaban a punto de provocar una estampida. Después de caminar durante un buen rato - teniendo la extraña sensación de que no iba a ninguna parte-, observé que al final de una de aquellas galerías, mucha luz; "por fin, es la salida..." - pensé rápidamente -. Pero me equivoqué.., lo único que había era una gran gruta, casi redonda. En el techo había una enorme abertura por donde entraba la luz del sol, que iluminaba toda la estancia. Allí, en el centro se encontraba esa mesa de piedra y.., mis "compañeros" de juego .., esperando seguramente a que me uniera a la partida. Una cosa tenía clara.., si quería salir de ese laberinto, debería ganarlos.., así pues, me acerqué a ellos y...
- ¿Qué?, ¿le apetece una partida?... Me dijo el de la mirada altiva.
- Pues la verdad es que hace mucho tiempo que no juego... Le respondí con cierto cachondeo. Pero ellos ni se inmutaron ante mi respuesta y...
- Elija una baraja de uno de esos cuatro mazos.., mezcle las cartas y, repártelas.
De nuevo me convertí en crupier.., esta vez escogí las cartas con relieve 3d.., la verdad es que eran espectaculares. No te digo nada cuando me puse aquellas gafas para ver en 3d.., pero era cuestión de centrarse en el juego: debería "afinar" mi estrategia.., era evidente que aquel personaje de la "penetrante" mirada era demasiado bueno jugando. Decidí ir a por el de la "eterna" sonrisa; si, este al estar todo el rato riéndose, no estaría atento al juego y.., huumm.., a lo mejor se está riendo de mí.., pues se va a enterar; ¡¡ le voy a borrar esa sonrisa de la cara !!.
De nuevo, en cuanto repartí las cartas volví a ser el cuarto jugador.., otra vez no dejaban de mirarme ¡¡ me estaban poniendo nervioso !!. Tenía la sensación de que sabían qué talla de ropa usaba.., de nuevo todos mis intentos de minar la moral de el personaje de la "eterna" sonrisa, fracasaron estrepitosamente.., mis fichas volaban a la velocidad de la luz. De repente, quedé sin ninguna y.., la partida se acabó. ¿Será posible?.., ¡¡ otra vez he perdido !!, lo más seguro es que están haciendo trampas. Decidí largarme de allí.., encontré de nuevo unas escaleras que ascendían y.., empecé a subir. Seguro que me llevarían de nuevo al bosque.., otra vez me equivoqué. Ahora me encontraba en la cima de una montaña.., más bien de muchas montañas. Todas ellas estaban conectadas mediante puentes de piedra -que encima eran todos iguales -, así como de túneles y pasadizos. La verdad es que no sabía en qué dirección ir, pero yo no me achico ante cualquier desafío que se me ponga por delante. Después de dar unas cuantas vueltas y de pasar tropecientos puentes.., me encontré en una meseta - casi circular - y en medio de ella.., la mesa y, mis "queridos compañeros" de juego.
- ¿Qué?, ¿le apetece una partida?...
- Pues, la verdad es que.., ahora mismo tengo algo de tiempo libre...
- Elija una baraja de uno de esos cuatro mazos de cartas.., mezcle las cartas y, repártelas.
Esta vez decidí elegir aquellas cartas de diseño. Al principio se te hacía raro unos naipes triangulares.., pero un jugador tan experimentado como era yo, no significaban ningún problema. Estaba claro que debería "afinar" mi estrategia. Esta vez mi "víctima" iba a ser ese personaje tan pequeño.., viéndolo, se nota que no está cómodo, pues apenas asoma su cabecita y sus bracitos por encima de la mesa. Seguro que esto le impide estar atento al juego.., aunque da la impresión de que sabe mucho.., yo le voy a enseñar alguna cosa más...
De nuevo comenzó la partida y.., otra vez no dejaban de mirarme sin parar - caramba, ¡¡ así no hay manera de concentrarse !!-. No, si al final seguro que saben cuál es el código de mi tarjeta de crédito. Juego tras juego intenté minar la moral de este personaje.., pero los otros dos no me daban cuartel.., mis fichas desaparecían como por arte de magia. Entonces como si yo fuera un boxeador al que habían noqueado.., acabé "besando" la lona.
¡¡ Otra vez había perdido...!!. No sé lo que era peor; o estar perdido.., o ser un perdedor...
( Continuará...)