SALMO CONTRA EL MAL DE OJO
SALMO XXXI
Al vencedor: SALMO DE DAVID
En ti , Eterno, confié: no me avergonzaré jamás: por tu justicia sálvame.
Inclina a mi tu oído , presto líbrame; sé a mí como la peña de la fortaleza, como casa
fortificada para salvarme.
Porque mi peña y mi fortaleza eres tú; y por tu nombre me guiarás, y encaminarme has.
Sacarme has, de la red que escondieron para mí, porque tú eres mi fortaleza.
En tu mano encomiendo mi espíritu: Para que me redimas, Eterno, Dios de verdad.
SALMO XXXI
Al vencedor: SALMO DE DAVID
En ti , Eterno, confié: no me avergonzaré jamás: por tu justicia sálvame.
Inclina a mi tu oído , presto líbrame; sé a mí como la peña de la fortaleza, como casa
fortificada para salvarme.
Porque mi peña y mi fortaleza eres tú; y por tu nombre me guiarás, y encaminarme has.
Sacarme has, de la red que escondieron para mí, porque tú eres mi fortaleza.
En tu mano encomiendo mi espíritu: Para que me redimas, Eterno, Dios de verdad.