La Cristalomancia
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La cristalomancia constituye uno de los métodos adivinatorios más exóticos, misteriosos y añejos, sus usos y aplicaciones místicas se pueden trazar desde la época de la desaparecida Atlántida.

Los cristales son formas de energía muy variadas. Cada cristal tiene sus propias cualidades únicas e irrepetibles que están en función de cómo se haya formado.

A través de los cristales no sólo se obtienen mensajes del futuro, sino también consejos, caminos que el consultante deberá seguir o actitudes que deberá cambiar para las mejoras en el futuro.

En este sentido, incluso la misma piedra puede tener más o menos intensidad. No es lo mismo por ejemplo un cuarzo transparente totalmente pulido que un cuarzo transparente con grietas.

Por ello nos recomiendan los lectores que hay que tener mucho cuidado con el uso de este tipo de energías no sea, que sin darnos cuenta, en vez de vernos favorecidos, nos estemos viendo perjudicados.

Según los estudiosos de este tipo de adivinación, basados en mitos y leyendas, fue el mago Merlín uno de los principales precursores de la cristalomancia durante el ciclo bretón. Quinientos años después, a mediados del siglo XVI en Inglaterra, nació el notable psíquico John Dee quien retomó las prácticas de lectura oculta con la bola de cristal y en plena mocedad existencial, comenzó a realizar predicciones casi exactas acerca de una singular cantidad de eventos que ocurrirían años después en las postrimerías de su existencia.

Fueron tan acertados sus pronósticos, que la reina Isabel I (1533-1603) hija de Enrique VIII, lo nombró su astrólogo y consejero de cabecera. Gracias a John Dee se hicieron estudios profundos sobre este método de adivinación y con el correr de los años se han desarrollado técnicas para inducir visiones prolongadas que desembocan en presagios sorprendentes.
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