No tengas miedo; el hecho de haber pasado mucho tiempo sin trabajar no significa que carezcas de buenas aptitudes. Durante ese período, es posible que hayas aprovechado para hacer algún curso, formarte, o incluso dedicarte al cuidado de tu familia, lo cual es una responsabilidad importante. Eso también demuestra que eres una persona comprometida, organizada y capaz de gestionar bien tu tiempo, incluso en situaciones difíciles.
En tu entrevista, si lo consideras oportuno, podrías demostrar que, a pesar de no haber estado laboralmente activa, tienes inquietudes, aspiraciones y motivaciones claras. Hablar de tus metas y cómo has imaginado que sería tu vida trabajando en esa empresa puede ser muy valioso. Piensa en por qué deseas formar parte de esa organización: ¿qué es lo que más te ilusiona? ¿Qué aspecto te motiva a dar lo mejor de ti? Estas preguntas reflejan tu interés genuino y tu compromiso potencial.
El entrevistador (supongo que podría ser un hombre, pero no importa el género realmente) probablemente te hará preguntas específicas y directas. Sin embargo, esto no significa que no puedas añadir algún detalle o desarrollar tus respuestas de manera que reflejen confianza y claridad. Hazlo siempre con naturalidad y sin forzar.
Un truco para reducir los nervios es ponerte en la posición del entrevistador: ¿qué preguntarías tú si fueras quien realiza la entrevista? Una vez que imagines las preguntas, piensa en tus posibles respuestas. Este ejercicio es como un autoexamen que te permitirá estar más tranquila, porque habrás visualizado distintos escenarios. Con un poco de suerte, puede que la entrevista se desarrolle de manera muy similar a lo que habías imaginado, lo cual sería una grata coincidencia.
Confía en ti y en lo que puedes aportar. El hecho de que estés dando este paso ya es valiente y admirable. ¡Ve con todo! ?
En tu entrevista, si lo consideras oportuno, podrías demostrar que, a pesar de no haber estado laboralmente activa, tienes inquietudes, aspiraciones y motivaciones claras. Hablar de tus metas y cómo has imaginado que sería tu vida trabajando en esa empresa puede ser muy valioso. Piensa en por qué deseas formar parte de esa organización: ¿qué es lo que más te ilusiona? ¿Qué aspecto te motiva a dar lo mejor de ti? Estas preguntas reflejan tu interés genuino y tu compromiso potencial.
El entrevistador (supongo que podría ser un hombre, pero no importa el género realmente) probablemente te hará preguntas específicas y directas. Sin embargo, esto no significa que no puedas añadir algún detalle o desarrollar tus respuestas de manera que reflejen confianza y claridad. Hazlo siempre con naturalidad y sin forzar.
Un truco para reducir los nervios es ponerte en la posición del entrevistador: ¿qué preguntarías tú si fueras quien realiza la entrevista? Una vez que imagines las preguntas, piensa en tus posibles respuestas. Este ejercicio es como un autoexamen que te permitirá estar más tranquila, porque habrás visualizado distintos escenarios. Con un poco de suerte, puede que la entrevista se desarrolle de manera muy similar a lo que habías imaginado, lo cual sería una grata coincidencia.
Confía en ti y en lo que puedes aportar. El hecho de que estés dando este paso ya es valiente y admirable. ¡Ve con todo! ?