Gonzalo, gracias por lo de lindo.
Desde mi punto de vista, si alguien se enfada porque le dicen que se equivocó que se dediqué a otra cosa, porque yo he visto a los mejores equivocarse, y no tarotistas, sino videntes. A mí no me gusta nada pero nada de nada equivocarme pero, vamos, enfadarme con una persona porque me diga que me equivoco... me enfado cuando me engañan, que lo hacen. Yo soy de la siguiente opinión: si hago una lectura pública la respuesta que me deben es pública y si la hago privada pues privada. En mi caso el 99% de mis lecturas han sido públicas, y mi único pago —sí, mi pago, porque la vida es dar y recibir, eso estoy aprendiendo en este tiempo— es que me digan si fue acertada o equivocada, así que por eso mismo pienso que si yo hago un trabajo para otro y no me «paga», no le hago ninguno más. Y el tarot, para quien realmente ama el tarot, no es una cuestión de orgullo, es una cuestión de aprendizaje. Sienta muy bien acertar, y duele mucho errar, precisamente por ese orgullo que mencionas, pero si uno lo deja a un lado se da cuenta que es precisamente del error y no del acierto de donde aprenderá.
Dicho esto, cada uno hacemos lo que consideramos oportuno.
Desde mi punto de vista, si alguien se enfada porque le dicen que se equivocó que se dediqué a otra cosa, porque yo he visto a los mejores equivocarse, y no tarotistas, sino videntes. A mí no me gusta nada pero nada de nada equivocarme pero, vamos, enfadarme con una persona porque me diga que me equivoco... me enfado cuando me engañan, que lo hacen. Yo soy de la siguiente opinión: si hago una lectura pública la respuesta que me deben es pública y si la hago privada pues privada. En mi caso el 99% de mis lecturas han sido públicas, y mi único pago —sí, mi pago, porque la vida es dar y recibir, eso estoy aprendiendo en este tiempo— es que me digan si fue acertada o equivocada, así que por eso mismo pienso que si yo hago un trabajo para otro y no me «paga», no le hago ninguno más. Y el tarot, para quien realmente ama el tarot, no es una cuestión de orgullo, es una cuestión de aprendizaje. Sienta muy bien acertar, y duele mucho errar, precisamente por ese orgullo que mencionas, pero si uno lo deja a un lado se da cuenta que es precisamente del error y no del acierto de donde aprenderá.
Dicho esto, cada uno hacemos lo que consideramos oportuno.